Amanece, el frío exterior se mantiene, y al parecer ha logrado traspasar mi piel, mis entrañas e impregnar mi alma. De las escasas horas del día no tengo sino recuerdos tristes, es mi mente intentando dominarme, hacerme quedar en un estado autómata. Poco a poco, sin darme cuenta (¿o a propósito?) me vuelvo nuevamente retraída y silenciosa, poco más que una sombra que deambula tristemente sobre los rieles de este tren desconocido y atemorizante, sin destino definido.
¿Es incorrecto sentir?
¿Está mal cuestionarlo todo, o casi todo?
¿Formarse un criterio propio de la vida me obliga a sentirme eternamente a la deriva de este mar inmenso que es mi entorno, a merced del viento o de la corriente o de cualquier cosa real o imaginaria, posible o imposible?
Replantear todas mis creencias para sentirme viva otra vez... he coqueteado con la idea durante unos días... y se hace tentador... terriblemente tentador...
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