En uno de esos leves contactos con la realidad, me tropecé con tus cálidos ojos. No te conocía, así que los observé por unos instantes, buscando en ellos las típicas respuestas del resto de la gente común. Al no encontrarlas, temí no ser bienvenida, pues sólo quienes poseen esa fuerza interna de crear sus propios criterios, ideales y sueños, no tienen grabados en sus ojos los delatores rasgos de su ser.
Sin embargo, sí destilaban una absoluta sinceridad. Eso me transmitió confianza, mas yo, en mi timidez, desistí de acercarme.. no obstante tú, tras un alegre abrazo, te aseguraste de mantenerme en tierra firme (¿o flotando en una nube.?) y desde entonces, vago en esos, tus ojos, o en mi otra pasión, tu cabello, en mis momentos de distracción.
Sí, tengo que aceptar muchas cosas. Me confieso flechada por cada uno de tus rizos castaños, admiradora de tu perfecta sonrisa, esclava de tu suave voz..
¿Qué puedo hacer, sino dejar fluir estas emociones, que poco a poco forman un sentimiento concreto.? Sólo puedo decir que ya vivo y viviré para hacerte feliz, eso es lo que mantiene latiendo mi corazón, lo que permite a mi rostro formar una sonrisa sincera..
Y ahí está, esa, tu sonrisa, la más mínima muestra de felicidad, a un trazo de distancia.
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