Cierta vez, el velo cayó inexplicablemente, como si una imparable fuerza halara uno de sus extremos, dejándola al descubierto. Así, la doncella conoció la tristeza, el dolor, la ira y el resentimiento del exterior, pero también conoció la ayuda, la unión y la alegría que significa compartir con otros seres semejantes.
Muchas veces se sintió desplazada, terriblemente sola y triste, aún estando rodeada por cálidos brazos que le susurraban palabras dulces. Sin embargo, prefería aguantarlo a volver a ese absoluto silencio que suponía esconderse tras el velo. Poco a poco esas emociones fueron aumentando, y la doncella lloraba, pues no sabía cómo solucionarlo. La idea de volver a buscar su velo se hizo profundamente tentadora. Al poco tiempo, no pudo soportar más. Tomó su velo, escondido en un rincón del exterior y se dispuso a colocarlo a su alrededor, cuando un brillo absoluto comenzó a iluminar todo a su paso. Y se acercaba a ella.
Agradecimientos a Chü por esta bella fotografía.. |
Tuvo miedo, tanto, que no puedo terminar de colocar el velo, mirando la fuente de aquella luz, intentando descubrir su origen. Cuando estuvo a unos pocos pasos de ella, lo vio. Era un ser muy parecido a ella, que sonreía y extendía su mano, invitándola a salir. Era imposible no devolverle la sonrisa y seguirlo. Emanaba ese tan anhelado amor que ella buscaba.
Así, él le enseñó a la doncella cómo brillar, cómo mantenerse firme ante las adversidades, y el velo pasó a ser un rasgo del olvido que no volvió a usar jamás. Juntos, mantuvieron aquel exterior iluminado, avivándose mutuamente el brillo para no dejar nunca que la luz se extinguiese.
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