¿Por qué, en contraposición a lo lógico, los recuerdos más felices de nuestra existencia son los que nos pasean por la más profunda de las tristezas.?
¿No deberíamos disfrutar hojeando nuestras memorias de gozo y regocijarnos de aquellos buenos momentos que hemos vivido, en lugar de sufrir al recrearlos en esa película de recuerdos.?
Tal vez es el vernos rodeados de silencio y vacío lo que hace que esos trozos de alegría quemen cual llamas al tocarlos, incluso rozarles... ese saber, estar conscientes de que en algún momento de nuestras vidas fuimos amados, tuvimos compañía grata, disfrutamos de momentos sin preocupación alguna, en fin, un pasado que irreversiblemente ha quedado atrás, un pasado del cual no puede vislumbrarse ni por asomo una mísera réplica.
Después de haber pasado por tanto, desconozco si alguna vez fui realmente consciente de mi soledad, mi fiel compañera desde hace tantos inviernos.
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