Hoy, al despertar, sentí esa ráfaga azul y fría que se traduce en un encuentro mortal.. giré mi rostro, allí estaba mi Pequeña, dormida aún, sin percatarse del horrible paisaje. Me levanté sin hacer ruido, y me encaminé a la puerta principal del Palacio. Mis temores más profundos se confirmaron. Era ella. La Gélida Reina había vuelto y se dirigía directamente hacia nuestra tranquilidad. Rápidamete, volteé para preparar a todos para la batalla, pero una voz dominante y helada me detuvo.
Alto, Carlin.
No pude moverme. Era como si una cuerda invisible de hielo me aprisionara.
No permitiré que interrumpas nuestra paz. Te haremos la guerra, Carlisse. Vete. ¿Qué quieres.?
Vengo a informarte algo puntual, y a entregarte algo.
Su rostro se veía más cansado y pálido que de costumbre, además, sus ojeras estaban intensamente marcadas bajo esos negros ojos, fríos y oscuros que me hacían temer tanto..
¿Qué quieres.?
Se acercó lo suficiente como para helar mis latidos. Estiró su mano y pude vislumbrar una medalla, con el signo de la profecía en ella. La medalla del Reinado, de la cual sólo pudimos recuperar la cinta turquesa en la última batalla.. No podía entenderlo, aquello no era propio de Carlisse. Desconfiaba..
Tómala.
Obedecí, aún temblando, y evitando su penetrante mirada.
Te entrego mi reinado. No tiene sentido que lo conserve mientras me voy a las fronteras.. pero recuerda, Carlin. Cuando menos lo esperes, volveré.
Olvídalo, Carlisse. Si te vas, será para no volver.
Sabes que eso es imposible. Sabes que no puedes hacer nada para evitarlo. Disfruta mientras puedes. Yo me largo. Ámense mientras yo me retuerzo del asco.
Tú nunca podrás entender lo que es Amar..
Por primera vez, Carlisse bajó la cabeza ante mí, y dijo, con una voz que reflejaba una profunda tristeza
Eso me temo..
.. y, en efecto, se fue..
Por Dios, mi piel está erizada.~
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