En el atardecer de tono sepia, se marchita, para volver a nacer la madrugada siguiente.
No me permite moverme o respirar..
No me permite siquiera sentir..
La reprimida necesidad de gritar va desgarrando lentamente
La constante amenaza de lluvia en mis ojos va remarcando mis ojeras..
Ya no duermo.
Ya no tengo apetito.
Sólo observo, tras un cristal opaco, el paso de los días, y con ellos, el nacimiento y la muerte de la flor..
Mientras por momentos me olvido de vivir, dejo cerradas indefinidamente las puertas de Mi Mundo.
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