Estoy bien.
Lo sé.
Cuando siento el frío helado de la ventana, incluso aunque esté cerrada.
Cuando esa única canción da vueltas y vueltas en mi cabeza.
Cuando un nombre se repita y titila, una y otra vez.
Cuando las palabras pierden sentido.
Cuando las fotos no significan nada.
Cuando pierdo las expresiones de mi rostro.
Cuando las lágrimas se sienten caer por dentro, pero no se exteriorizan.
Cuando tiemblan mis dedos.
Cuando empiezan a sangrar mis piernas por mis afiladas uñas.
Cuando preguntan.
Estoy bien.
Lo sé.
jueves, 26 de diciembre de 2013
miércoles, 24 de julio de 2013
Imprecisa.
Y así fue.
Una a una las memorias se fueron haciendo menos, y poco a poco todo lo que una vez fue importante lo fui olvidando. Con el tiempo, se fueron eliminando de mis recuerdos las fechas de sus cumpleaños, y sus caras se volvieron borrosas, como fotos quemadas por haberlas expuesto demasiado a la luz. Entonces la lista para las invitaciones de navidad se fue haciendo cada vez más corta, y eventualmente, quedó vacía.
Y es que todo lo que una vez tuvo sentido, ya no lo tenía. Fueron menguando sin parar las ganas de sentir, los sueños lentamente se decantaron hasta volverse polvo, y por más que llovía, no volvían a empaparse y evaporarse. No volvían a ser nubes de sueños.
Antes de darme cuenta, levanté la mirada perdida, y me hallé rodeada de aquella monótona y gris realidad que no era mía, imprecisa y desesperanzadora.
Una a una las memorias se fueron haciendo menos, y poco a poco todo lo que una vez fue importante lo fui olvidando. Con el tiempo, se fueron eliminando de mis recuerdos las fechas de sus cumpleaños, y sus caras se volvieron borrosas, como fotos quemadas por haberlas expuesto demasiado a la luz. Entonces la lista para las invitaciones de navidad se fue haciendo cada vez más corta, y eventualmente, quedó vacía.
Y es que todo lo que una vez tuvo sentido, ya no lo tenía. Fueron menguando sin parar las ganas de sentir, los sueños lentamente se decantaron hasta volverse polvo, y por más que llovía, no volvían a empaparse y evaporarse. No volvían a ser nubes de sueños.
Antes de darme cuenta, levanté la mirada perdida, y me hallé rodeada de aquella monótona y gris realidad que no era mía, imprecisa y desesperanzadora.
sábado, 20 de julio de 2013
Lento.
¿Nunca te ha pasado? Eso de tener la necesidad de gritar, ¿sabes a lo que me refiero? No hablo de gritar por gritar, sino de hacerlo porque simplemente ya no puedes más. Ya no puedes estar roto sin sentido, y esperando que llegue el momento adecuado para hacerlo, y siempre estar rodeado de gente que no entiende.. ni está interesada en entender.
Entonces todo lo que te queda es un soundtrack de música vieja, y reprimir las ganas de llorar mientras escribes, lentamente, tus "momentos". Y todo se maximiza, hasta la más mínima muestra de desagrado, sientes que todos te miran, que todos te odian. Te sientes tan pequeño.. tan innecesario..
Cada palabra desconocida te suena hostil, nada te tranquiliza, ni las infusiones, ni las cápsulas azules, ni las rosadas, ni las rojas, ni las verdes, ni las blancas. Ya no crees en nada, ni en nadie. Sólo te quedas esperando el momento en el que todo se acabe y pases a través de la puerta hacia un momento de paz, de silencio. Porque sientes todos y cada uno de los dolores que hay a tu alrededor, como si nadie más los escuchara. Y no buscas amor porque, simplemente, no crees que te haga falta, pero cada hora que pasa, te sientes un poco más vacío, un poco menos vivo.
Comienza esa extraña voz que te repite que no eres lo suficientemente bueno en nada, porque haces muchas cosas, pero todas a medias, y por más que te esfuerzas, no avanzas. No eres la mejor voz, ni la mejor guitarra, ni el mejor cuadro, ni la mejor fotografía, ni el mejor poema, ni el mejor amigo. No eres ni la mejor sonrisa siquiera. Uno más, de entre millones, rezagado. Siempre en busca de aprobación, ¿no?
La verdad, creo que lo único que quiero es saber, con seguridad, que alguien más lo siente también, porque cuando todos se van y se apagan las luces, todos siguen existiendo, pero yo no.
Entonces todo lo que te queda es un soundtrack de música vieja, y reprimir las ganas de llorar mientras escribes, lentamente, tus "momentos". Y todo se maximiza, hasta la más mínima muestra de desagrado, sientes que todos te miran, que todos te odian. Te sientes tan pequeño.. tan innecesario..
Cada palabra desconocida te suena hostil, nada te tranquiliza, ni las infusiones, ni las cápsulas azules, ni las rosadas, ni las rojas, ni las verdes, ni las blancas. Ya no crees en nada, ni en nadie. Sólo te quedas esperando el momento en el que todo se acabe y pases a través de la puerta hacia un momento de paz, de silencio. Porque sientes todos y cada uno de los dolores que hay a tu alrededor, como si nadie más los escuchara. Y no buscas amor porque, simplemente, no crees que te haga falta, pero cada hora que pasa, te sientes un poco más vacío, un poco menos vivo.
Comienza esa extraña voz que te repite que no eres lo suficientemente bueno en nada, porque haces muchas cosas, pero todas a medias, y por más que te esfuerzas, no avanzas. No eres la mejor voz, ni la mejor guitarra, ni el mejor cuadro, ni la mejor fotografía, ni el mejor poema, ni el mejor amigo. No eres ni la mejor sonrisa siquiera. Uno más, de entre millones, rezagado. Siempre en busca de aprobación, ¿no?
La verdad, creo que lo único que quiero es saber, con seguridad, que alguien más lo siente también, porque cuando todos se van y se apagan las luces, todos siguen existiendo, pero yo no.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)